
Rebeka se haría pasar por una turista sin dinero, perdida y a la búsqueda de una dirección a 30 km, y buscar a un alma caritativa (y salida) dispuesta a acompañarla. Después de mucho buscar, conseguimos a la víctima perfecta: un madurito que en cuanto ve a una joven Rebeka, no puede evitar seguir a sus bajos instintos y acompañarla a donde haga falta: en este caso, a nuestro piso franco, donde Rebeka terminará de seducirlo. Con la escusa de los nervios, le pone la mano en el pecho y lo demás viene solo: un pichón tan nervioso que se corre varias veces, pero que no tiene problema en seguir follando. Una Rebeka que nos demuestra con creces su falta de vergüenza. ¡Una escena que no os podéis perder!
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